Por allá en el siglo XIX Engels señalaba a la familia como
un entramado de relaciones entre
dominados y dominantes, la figura del
padre como elemento dominador de esta institución, una institución la cual se
ha visto resignada a posiciones secundarias en plena era posmoderna, esta, será
fundamental los primeros años de sociabilización del ser, donde el individuo es
mucho más receptivo a su entorno.
Siguiendo con la frase de Engels, un elemento que no se nos
puede olvidar, es la relación de poderes que se configura en esta institución,
si bien con los clásicos y posteriormente con los modernos el emblema de poder
era la figura paterna, con la entrada a la democracia y al siglo XXI esta
figura se ha ido deteriorando en su plenitud de legitimidad y poder (hablando
de esta dentro de la familia clásica donde los roles de género y el patriarcado
están más marcados) Se establece una clara brecha entre la educación franquista y
post-franquista. Se pasa de la dictadura al libertinaje, de un extremo a otro.
Freud señalaba el perfil del español promedio de `fanático´, así mismo se lo
recalcó a Salvador Dalí en el trascurso de una conversación, y puede que este
viejo austriaco machista tenga razón. El fanatismo como germen que se halle en
nuestras entrañas.
Lo que bien si puedo señalar con contundencia, es el avance
hacía una analfabetización de la población española. Los padres no favorecen a
la correcta educación de los hijos, estos en último instancia, si llegan a ser
castigados por una autoridad de mayor
rango seguirían siendo brindados con el apoyo familiar, no hay sanción, todo
consiste en la recompensa por y para la nada, todo vale.
Ahora me gustaría hacer una guía sociológica al lector para
que me acompañara en esta lectura. Si bien, día a día salta escándalo tras
escándalo de corrupción en la televisión, se ha llegado a un punto donde nada
sorprende (no creo que tenga que poner ejemplos, pues el mismo lector podrá
echar mano del cajón de las ideas). Bien, ¿quiénes son los corruptos los
políticos o las personas? Los políticos son personas, y las personas forman lo
que denominamos sociedad. Soy consciente de que incluso en el lugar más
abominable siempre se salva alguien, y no dudo de la honradez de estos y aunque
siempre he partido de que, generalizar es un error, pero a veces parece
necesario.
Se dice que «Una
manzana podrida estropea al resto». Y para que eso no suceda, «lo mejor es sacar la manzana podrida del
montón antes de que infecte a las buenas.»
Para reflexionar sobre este dicho popular recurriré a Platón “Con la buena educación es el hombre una criatura mansa y divina; pero
sin ella es el más feroz de los animales. La educación y la enseñanza mejoran a
los buenos y hacen buenos a los malos” Pues
bien, educa a las manzanas y estas no se pudrirán, y aunque una de ellas
se estropee las demás lo desecharán, todo está en la educación, una ética de
máximos a nivel individual y una ética de mínimos a nivel estatal, dame
educadores y no necesitare guardias. Porque la corrupción no es algo alejado de
la sociedad, y lo que es más importante, de la educación.
A diferencia de lo que se piensa, la corrupción es algo del
día a día y no sólo a niveles macro. Elementos cotidianos como; No pagar el
billete del bus, no declarar a hacienda, estafar, realizar cualquier tipo de
fraude, no pensar en la comunidad, son elementos corruptivos a nivel micro.
Pueden parecer estupideces, pero no lo son. El individuo debe ser exigente con
uno mismo para poder exigir a los demás,
es decir, un modelo de ética de máximos hacia su persona. La construcción de un
tejido social más cívico es una tarea que se nos encomienda a todos con la
creación de un contrapoder, es el momento de transformar y reeducar, porque
estos elementos no se escapan de ninguna clase social.
Lo que nuestros hijos ven es una clara expresión de la
campaña para concienciar “Children see, children do.” En esta campaña se pueden
ver adultos realizando diversas actividades, y junto a estos niños pequeños que
imitan cada movimiento, ya sea fumar, usar la violencia, insultar… Porque somos
seres sociales e hijos de nuestro padre y madre. Volvemos al principio de ética
de máximos del individuo, para poder exigir al otro primero debemos dar ejemplo
propio.
El magistrado Emilio Calatayud Pérez sabe muy bien de qué va
este tema, el juez de Menores más conocido de España, aquel de las condenas
ejemplares que en cada chaval jamás ve a un mero «delincuente», sino a «un
joven que cometió un delito» y, aún más, a una víctima de un sistema social que
demuestra fracasar cada mañana en la que él vuelve a condenar a un crío.
Sus sentencias educativas han bajado la delincuencia en
Granada y han aumentado el número de menores que no reinciden en el delito. En
casi 20 años, el «padrazo» ha juzgado a más de 10.000 jóvenes a los que,
siempre que puede, da esa segunda oportunidad que todos alguna vez hemos
necesitado.
Como señala el juez la pertenencia a una familia tiene sus
derechos y obligaciones.
Se pasa; de un padre autoritario a un padre colega, del
maestro al profesor, de la dictadura al libertinaje. Toda esta serie de
conflictos se entrelazan entre; alumnos, profesores y padres. Emilio recalca
que los chavales no son conscientes de sus actos, y la escuela debería tener
competencias para educar con coherencia y sentido común.
Hemos tenido complejos de joven democracia, hemos pasado de
un extremo (dictadura) a otro (democracia) y estamos pagando las consecuencias
de todo esto. Es más, asegura que no
hemos tenido término medio en este país y estamos pagando las consecuencias que, según
admite, se ven en política, en la escuela, en la familia y, en general, en la
sociedad. Nos hemos empeñado en decir que todos iguales, todos iguales, y al
final resulta que todos somos iguales pero unos más que otros.
Este libertinaje al que hace referencia es consecuencia de
un estado democrático de derecho excesivamente proteccionista con los menores
hasta el punto de que ha dejado a los padres "prácticamente
indefensos". Es ahí donde este juez de Menores, conocido por sus
"sentencias educativas ejemplares", ejemplifica muy claramente con
los controvertidos cachetes. Calatayud lo tiene claro: si se da un cachete
"en el momento justo, con la intensidad adecuada, es una victoria. Pero
confundir un cachete con un maltrato me parece una tontería".
Si hay alguien o algún colectivo que debe eximirse de buscar
una solución a la crisis de valores, esa es la clase política. Emilio Calatayud
dice que " los políticos son los menos capacitados para poner remedio a
esto" y les pide, en cambio, que hagan un "examen de conciencia
porque viven en un mundo distinto al del ciudadano".
Restaurar los valores requiere, según el juez de Menores de
Granada, la creación de un movimiento social "y empezar, por supuesto, por
la familia" para "reconducir" la situación.
Para concluir haré una pequeña mención a la tercera tesis de
Marx sobre Feuerbach, "la doctrina materialista de que los hombres son el
producto del ambiente y que, por lo tanto, los cambios en los hombres son el de
otros cambios en el ambiente no tiene en cuenta que también los hombres puedan
modificar el ambiente y de que el educador de ser a su vez educado".
“La educación no cambia el mundo, cambia a las personas que
van a cambiar el mundo” Paulo Freire (1921-1997)
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